Ahí estaba ella, la persona que yo mas odiaba. Estaba tan cerca de mi que podía oler su aliento y ver aquella chispa de maldad brillando en sus ojos.
La odiaba como nunca había odiado a nadie, mi odio hacia ella era enfermizo, tanto que había ennegrecido mi corazón, mi odio hacia ella era tan denso que se podía tocar, era imposible que alguien odiara como yo, nadie sano podía detestar tanto a otro igual.
Sin poder contenerme le grite con la voz llena de rabia.
-Muere asqueroso ser
Ella ni se inmuto, simplemente sonrió y me miro petulante.
-No te tengo miedo –seguí gritándole.
Pero en realidad un temor atroz recorría cada fibra de mi cuerpo cuando me encontraba cara a cara con ella, tenia que admitirlo era intimidante.
Les contare mas sobre ella para que intenten odiarla al menos la mitad de lo que la odio yo, era arrogante, orgullosa, no le importaba pisotear a los demás para conseguir lo que quería.
Era caprichosa, capaz de insultar a sus padres, de decirles con todo el descaro del mundo… “Te odio”, esas dos palabras eran sus favoritas, siempre las usaba sin importarle a cuantas personas podía hacer sentir mal, no le importaban las consecuencias que causara este tabú, también era capaz de decirle a su hermana que la detestaba, que hubiera deseado con todo su corazón tener un hermano hombre en lugar de tenerla a ella, lo peor de este caso era que ella sabia que lastimaría a su hermana sin embargo no se detenía.
Era petulante, irrespetuosa, creída, presumida, envidiosa y mucho mas.
Lo que mas me hacia odiarla era que esa infeliz se había atrevido a insultarme a mi… me había dicho fea, gorda, me había golpeado, herido, había jugado con mi corazón y con mi mente, había herido mis sentimientos, me había escupido en la cara y me había dicho un millón de veces que mis trabajos no valían nada cuando sabia que había puesto todo mi empeño en hacerlo, ahora que la tenia enfrente le gritaría todo lo que pensaba de ella.
Así lo hice, le escupí, me burle de ella, le dije lo repulsiva que me parecía pero ella seguía sin inmutarse con esa sonrisa que me sacaba de quicio, en su cara.
Ya sin poder aguantar mas comencé a hacerle rasguños en la cara, a romper su ropa y a hacerle el mayor daño posible, harta de no causarle demasiado dolor tome una afilada navaja y le hice cortes por todo el cuerpo, al final sonreí de satisfacción, sus ropas estaban rotas y la piel que había bajo estas tenia moretones y cortes sangrantes. Quería ver su cara, quería ver si la maldita seguía sonriendo, esa bonita cara que antaño tenia ahora no era mas que una superficie surcada por cicatrices y heridas abiertas, pero cuando vi su boca que ya estaba deformada, pude distinguir su sonrisa típica, eso ocasiono que la mía se borrara pero al tiempo que la mía desaparecía la de ella también, levante una mano y me la lleve al rostro para ver si ella hacia lo mismo, el pánico me invadió cuando comprobé que así era y mis manos empezaron a temblar cuando descubrí que estaban teñidas de rojo pude ver que mi reflejo abría los ojos como platos y en estos se leía el pánico, pero eso ya no me satisfacía al saber que era yo la que estaba sufriendo, pase las manos por todo mi cuerpo y horrorizada comprobé que mi suave y lisa piel ahora estaba llena de surcos y posos como ultima prueba acerque dos dedos a la chica que me imitaba y todos mis miedos se vieron comprobados cuando estos tocaron una superficie lisa y fría, deslice los dedos por el espejo dejando tras ellos un rastro de sangre, aparte la mano, ya estando demasiado horrorizada me deje caer en el frio suelo de mármol.
Mis lagrimas formaron un carcho alrededor de mi rostro que estaba apoyado en el piso y sentía la tibia sangre deslizándose por el suelo y manchándolo.
-Esto no puede estar pasando –decía entrecortadamente –no puedo ser yo –decía entre sollozos -¿Cómo es posible que yo me odie tanto? –cerré los ojos y espere paciente la muerte…